"Solo sé que no sé nada" ¿o ni siquiera sé lo que no sé?
Un desafío enorme, el de proponer una reflexión sobre las realidades, ¡en plural! -, inteligencia artificial, pasado, presente y futuro de la humanidad en todos los sentidos que queramos darle a este término. Después de todo, ¿qué es "ser humano"? Esto, para no caer en la gran pregunta que nos acompaña: ¿qué es el ser humano? Detalles que marcan la diferencia.
Desde que caminamos por la Tierra, los seres humanos se han enfrentado al reto de enfrentar diferentes tipos de realidades y adversidades. Antes, los mayores problemas estaban relacionados con la seguridad fisiológica, con el fin de garantizar la supervivencia de la especie. En los tiempos actuales, se podría decir que la humanidad se encontraba en la "base de la pirámide" propuesta por el psicólogo Abraham Maslow (en A Theory of Human Motivation, 1943), en la que las necesidades del ser humano podían jerarquizarse en fisiológicas, de seguridad, sociales, de autoestima y de autorrealización. Las necesidades fisiológicas, sin las cuales no se puede sobrevivir y mucho menos vivir, están relacionadas con el funcionamiento biológico (alimentación, hidratación, excreción, sueño y sexo). A medida que el hombre se organizaba en tribus y comunidades, estas necesidades se volvían más sofisticadas y, a menudo, incluso más subjetivas, pero siempre buscadas, destinadas y proyectadas. ¿O sería al revés? Precisamente por esta subjetividad, por esta búsqueda interna, los humanos hemos llegado a la realidad virtual, a la realidad aumentada, a la identificación y al estudio de las inteligencias, en una especie de reconocimiento de esta pirámide dentro de cada una? La eterna pregunta de ¿quién o qué viene primero?
Lo cierto es que, siglos o milenios después, los humanos, particularmente los de la especie sapiens, caminan por estas diferentes motivaciones, y sus descubrimientos reflejan la dualidad ética en la que está inmersa la vida:
correcto/incorrecto; bueno/malo; belleza/fealdad; adelante/atrás; paz/guerra; tolerancia/intolerancia, etcétera.
Fue este mundo, todo el tiempo en desacuerdo, el que hizo que las motivaciones de todos y cada uno terminaran construyendo y apilando los peldaños de la "pirámide" llevando al ser humano a establecer vínculos, compartir ideas y sueños, a buscar el autoconocimiento y la autorrealización. En este recorrido, lo que se llama ciencia se ha desarrollado y ha ganado espacios cada vez mayores en la búsqueda de comprender la vida, la naturaleza, el otro, el ser.
La historia de este viaje es larga para nuestros parámetros temporales, y podría ser contada o discutida por una serie de caminos o senderos trazados por las más diversas disciplinas, ya sea de manera aislada o conjunta, en lo que se conoce como interdisciplinariedad. Por lo tanto, es necesario, al pensar en ellos, elegir, cada vez, solo algunos de estos caminos y, por supuesto, el material que los constituye. Sería algo así como una primera etapa en la reflexión sobre el momento actual de la vida en sociedad. En este tramo, que no es necesariamente el primero en la carretera, se puede observar el terreno y el terreno que se despliega por delante. Ciertamente, una de las bellezas que uno tiene ante sus ojos y a mano, es la libertad de elección no solo del segmento, sino del material que uno quiere tener como pavimento de ideas desde el cual desplegar los argumentos.
Vale la pena recordar la primera mitad del título propuesto para esta conversación, la frase atribuida al filósofo griego Sócrates, de que la única certeza que tenía era que no sabía nada. Frente a la vanidad, la insensatez y la arrogancia intelectual que muchos sapiens se empeñan en demostrar hoy en día, siempre es oportuno contrastar la humildad del espíritu del pensador con lo mucho que se ignora de la vida y sus fenómenos. Sin embargo, este contrapunto entre el no saber nada y la curiosidad es lo que motiva el viaje, el descubrimiento. A este reto, añadí reflexionar brevemente sobre las realidades y la Inteligencia Artificial, el presente y el futuro.
Y pensar que todo empezó con la curiosidad de la humanidad por "contar" lo que fuera...
Esta intención de cuantificar (¿tal vez compartir un alimento?), analógica, porque por analogía, nos permitió organizar cosas y actividades, probablemente reduciendo algunas tensiones en los grupos. Se podría decir que quedaba tiempo para aprender más, para descubrir y construir más. Quedaba tiempo para construir conocimiento y, con él, la necesidad de sistematizar ideas y regular acciones. Los seres humanos, solos o juntos, con sus diferentes motivaciones, han ido en busca de la autorrealización. A partir del conocimiento, surgieron diferentes disciplinas y carreras, profesiones.
Un día, a alguien se le ocurrió aprovechar el tiempo que parecía "sobrante". ¿Qué tal si lo contamos más rápido? ¿Qué pasaría si la máquina hiciera el trabajo humano, físico, extenuante, sujeto al mayor número de errores? Se lanzó la idea de la computadora. A partir de entonces, sin que el grupo humano se diera cuenta, y a una velocidad creciente, el mundo digital abría sus puertas, o en la figura utilizada, antes, el camino se volvía cada vez menos analógico, develando un mundo absolutamente nuevo y, por tanto, desafiante e incluso, a veces, intimidante. Los pasos, antes lentos, ahora podían ser rápidos, rápidos. ¡Alcanzaríamos esa autorrealización más rápidamente!
(¿Lo es?)
La velocidad se volvió tan apremiante que el futuro parecía (y parece) cada vez más cerca. El presente, el presente, el momento, el ahora, parece hacerse cada vez más corto. Si antes la noción del tiempo era algo que no entendíamos muy bien, pero que nos permitía proyectar un cierto futuro, ahora este horizonte parece ser traído a nosotros por teleobjetivos, que mueven objetos muy cerca de nosotros, a costa, sin embargo, de restringir nuestro campo de visión. Pérdidas y ganancias.
El mundo digital es así: a diferencia del analógico, las "señales" que nos envía pertenecen a un conjunto de información que se propaga a gran velocidad, con unas "paradas" específicas. De nuevo, la dualidad: lento/rápido; suave/brusco; "unos y ceros"; apagado/encendido. Ventajas/desventajas.
Ante todo esto, los datos que alimentan nuestros días y nuestras máquinas parecen no tener fin y muchas veces nos asustan. La realidad se multiplica y tenemos que lidiar con el mundo real y el virtual. Sin embargo, el mundo virtual también es real, ya que nos permite experimentar, experimentar emociones, por ejemplo, que pueden interferir en nuestra vida diaria e incluso cambiar nuestro comportamiento. Existe un campo de la genética que estudia los cambios de comportamiento heredados, transmitidos de generación en generación. Se llama epigenética, pero ese es un tema largo, que no es el foco de esta reflexión. Baste aquí informar que factores externos pueden actuar sobre la expresión de nuestros genes.
¿Cómo, entonces, elegimos lo que queremos saber? Esta pregunta nos concierne a todos, ya que cada opción nos llevará por caminos y trayectorias diferentes. Las relaciones y las relaciones, la carrera, el trabajo o el ocio serán el resultado de alguna elección hecha. ¿Analógico o digital? ¿Cómo nos comportaremos frente a la información? Las llamadas señales analógicas se explican como más suaves, más lentas, más continuas y de mayor diversidad; sin embargo, es más propenso a errores. Las señales digitales son más rápidas, más precisas, pero solo tienen dos valores discretos, es decir, son binarias. Por lo tanto, existen ventajas y desventajas en cada uno de los sistemas.
Es en este punto de nuestro camino donde, creo, surge la segunda parte del título de esta reflexión: ¡Ni siquiera sé lo que no sé! Para elegir, es necesario saber que existe una alternativa. Es necesario saber que existen diferentes caminos o, al menos, posibilidades para que existan. Cuando nos demos cuenta de otras oportunidades, lo sabremos o no lo sabremos. Se concluye, por tanto, que conocer es tener la posibilidad de elegir. Es salir del no sé lo que no sé para saber que no sé nada. Y solo entonces, ¡haz la elección!