En los últimos tiempos hemos experimentado algunos avances tecnológicos, sobre todo en lo que respecta a la inteligencia artificial (IA) que incluso nos asustan. Sin embargo, todo indica que no tendremos más remedio que aprender a lidiar con el hecho de que las máquinas son capaces de sustituirnos en infinidad de actividades y acciones. Todo esto es una reminiscencia de la literatura, entonces considerada como ciencia ficción o fantasía por Isaac Asimov y otros autores, que me hizo viajar imaginariamente a un futuro que llegó mucho más rápido de lo que podría haber supuesto.
La tecnología de realidad virtual ya está presente en gran parte de lo que consumimos, fácilmente al alcance de un dispositivo móvil o no, en el que descargamos una aplicación. Elegimos productos en tiendas y mercados o nos divertimos soñando despiertos a través de la naturaleza, museos u otros lugares. Experimentamos nuevas "realidades" en un nuevo mundo virtual.
En la realidad virtual (RV), nos estimulan los sonidos e imágenes que nos proporciona un ordenador que nos saca del "mundo real" y nos transporta a un nuevo entorno, despertando nuestros sentidos e incluso alterando nuestra percepción de la propia realidad en la que vivimos. Hoy, entre otras posibilidades, podemos viajar y conocer lugares con los que soñamos y en los que nos gustaría estar, escapando de nuestra rutina diaria, muchas veces agotadora y absolutamente igual.
Turismo y realidad(es)
Siempre que pensamos en turismo, inmediatamente pensamos en su gran complejidad, inherente a áreas o temas interdisciplinarios o multifacéticos. Es difícil definir o incluso conceptualizar algo polisémico que, sin embargo, "sentimos" o "experimentamos". En un primer momento, nos encontramos ante algo que no se puede explicar solo cuantitativamente, ya que aporta, en sí mismo, una gran carga afectiva y emocional. No pretendo discutir los aspectos psicológicos en sí mismos, de la voluntad, la elección y el placer involucrados en el viaje. Sólo sugiero una breve pausa para pensar en las relaciones humanas dentro de lo que llamamos "realidad", ¿o serían "realidades", en plural? Y, a partir de ello, buscaremos, juntos, alguna relación con el turismo hoy y en un futuro próximo.
De una manera muy sencilla y directa, tomemos el concepto de turismo como el movimiento de personas, especialmente aquellas que son voluntarias y deseadas, que salen de su lugar de residencia habitual para conocer o redescubrir nuevos y/o viejos lugares, permanecen allí por un tiempo y luego vuelven a sus orígenes.
Hoy en día, tenemos un sinnúmero de Sitios que ofrecen experiencias turísticas en realidad virtual. Son inmersiones que nos permiten las más variadas experiencias en un mundo que mezcla realidades: la de tres dimensiones en la que estamos inmersos, y la virtual, vivida en dispositivos electrónicos.
Turismo y epigenética
Llegados a este punto, puedo plantear una pregunta: ¿vivir esta realidad virtual, experimentar y experimentar emociones y sentimientos tan diversos, profundos o no, viviendo tan inmersos en la tecnología digital, cambiará nuestra comprensión del mundo? Dentro de un tiempo, o ahora mismo, ¿reaccionaremos o reaccionaremos de manera diferente a los estímulos que recibimos en el mundo real, donde realmente "vivimos"? Hay quienes afirman que las tecnologías digitales requerirán un mundo cada vez más humano, en el sentido de que necesitamos presencia y convivencia humana. Otros, no tan optimistas, proyectan un futuro habitado y liderado por máquinas y seres humanos que serán cada vez más robotizados, automatizados, casi incapaces de reaccionar ante sentimientos y emociones.
No pretendo tener estas respuestas. Sólo quiero traer a la reflexión una aportación de la biología, más concretamente, de la genética.
En estos tiempos de innumerables "realidades", ya no tenemos paciencia para pensar o esperar, queremos respuestas inmediatas, como si la vida se viviera en una especie de "clic" en una computadora muy sofisticada de muy alta velocidad y no, tal como es, un fenómeno que se lleva a cabo delicada y meticulosamente, a su propio tiempo, en el curso de su propio ritmo. En este tiempo y espacio se producen mutaciones, adaptaciones y evoluciones.
Hemos aprendido que los genes son los responsables de la herencia biológica. Sin embargo, en los tiempos modernos, los investigadores se han centrado en el estudio de Epigenética , que se ocupa de la expresión o silenciamiento de genes Sin cambios de ADN. Existe un cuerpo de evidencia de que los hábitos y el entorno social o natural pueden, de hecho, modificar el funcionamiento de los genes. Así, tenemos otra área de estudio que se dedica al "patrimonio cultural", la que busca comprender el almacenamiento y transmisión de información a través de la comunicación, la imitación, la enseñanza y el aprendizaje que la humanidad ha ido desarrollando a lo largo de los milenios de poblamiento de la Tierra. Este tipo de herencia sería transmitida por el cerebro y no por los genes, a pesar de tener una base genética, ya que los genes determinan la estructura cerebral. Para los estudiosos de este tema, la herencia cultural es la última etapa en la evolución de la herencia, resultado de mecanismos epigenéticos.
Este razonamiento nos lleva a pensar que las transiciones evolutivas ya no se producen a partir de la selección de individuos competitivos, sino de grupos funcionales bien integrados. Estas transiciones presentan patrones que incluyen nuevas divisiones del trabajo, pérdida de autonomía individual y la aparición de nuevas rutas de transmisión de información.
Hay suficientes datos para considerar una evolución individual y cultural diferente de la evolución genética. Así, la herencia cultural tendría una mayor capacidad adaptativa, generando más adaptaciones en el grupo que la herencia genética, incluyendo una mayor frecuencia de coevolución gen-cultura que la evolución genética. Algunos ejemplos son la aparición de la docilidad y la reducción de la agresión; modificaciones vocales y aprendizaje social. También se cree que la evolución cultural tiende a ser más rápida, que tiene mayor capacidad adaptativa.
¿Qué otra cosa podría ser tan actual?
Es posible que alguien se pregunte: ¿y cómo se puede relacionar la epigenética, la herencia y la evolución cultural con el turismo y las diferentes tecnologías digitales que utilizan la realidad virtual? Anteriormente, comenté que la realidad virtual es una "tecnología que saca a una persona del mundo real y la transporta virtualmente a un nuevo entorno", despertando nuestros sentidos, e incluso puede alterar nuestra percepción de la realidad. Hoy en día podemos viajar sin salir de casa, contradiciendo así la propia definición de turismo. Ciertamente, nuestra forma de experimentar la vida se ha modificado y estos cambios culturales ciertamente están afectando y seguirán alterando nuestro comportamiento y nuestra forma de responder a los más diversos estímulos de la vida, en todos sus aspectos.
Esta breve reflexión nos llevó a través de la interdisciplinariedad, aportando conceptos de la genética y la epigenética, mostrándonos la necesidad de prestar atención a los cambios de comportamiento que pueden conducir a cambios genéticos sin que ocurran en nuestros genes. La realidad virtual ya forma parte de nuestro día a día. Los viajes virtuales ya son posibles. Nuestras emociones, sentimientos y reacciones están siendo estimuladas y satisfechas en esta nueva forma de vivir.
Por lo tanto, quedan las últimas provocaciones: ¿estamos en el umbral de una nueva evolución humana, esta vez, tecnológica, cultural, epigenética? En los próximos años, ¿reaccionará el ser humano de manera diferente a los viajes? ¿Seguirás viajando para conocer otros lugares, personas o culturas o lo "virtual" será suficiente para ti?